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¿Qué es el insomnio?

El insomnio es el trastorno de sueño más frecuente en la población general. Consiste en una reducción de la capacidad para dormir, pudiendo manifestarse de diversos modos; en unos casos, dificultad para conciliar el sueño (quedarse dormido) o mantenerlo, y en otros provocando que te despiertes demasiado temprano y no puedas volver a dormir. Es posible que sigas sintiéndote cansado cuando te despiertes. El insomnio no solo puede minar tu energía y estado de ánimo, sino que también puede afectar tu salud, actividad laboral y calidad de vida. 

Existen tres tipos de insomnio en función del momento en el que experimentamos dificultad para dormir:

  • Insomnio de conciliación o de inicio. Ocurre cuando se presentan problemas para conciliar el sueño en menos de 30 minutos.
  • Insomnio de mantenimiento o sueño fragmentado. Ocurre cuando no se puede mantener el sueño durante la noche y se producen despertares de más de 30 minutos de duración, o despertando definitivamente de manera precoz logrando un tiempo de sueño escaso.
  • Insomnio tardío o despertar precoz.

Por otra parte, según el tiempo de evolución del trastorno se puede dividir en:

  • Transitorio: si la duración del insomnio se produce en un corto periodo de tiempo menor a un mes.
  • Crónico: si el trastorno se prolonga más de seis meses.

Síntomas del insomnio

Los síntomas son fáciles de detectar pues detectaremos dificultades para dormir, además, se manifestarán otras consecuencias a lo largo del día provocando irritabilidad, debilidad y lentitud para procesar información, debido al cansancio.

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Causas del insomnio

Las causas más habituales del insomnio crónico son las siguientes:

  • Estrés. Las preocupaciones relacionadas con el trabajo, la escuela, la salud, las finanzas o la familia pueden mantener la mente en actividad durante la noche, lo que dificulta el sueño. Los acontecimientos estresantes de la vida o los traumas, como la muerte o la enfermedad de un ser querido, un divorcio o la pérdida de un trabajo, también pueden causar insomnio.
  • Viajes u horarios de trabajo. Los ritmos circadianos actúan como un reloj interno y regulan el ciclo circadiano, el metabolismo y la temperatura corporal. La alteración de los ritmos circadianos del cuerpo puede causar insomnio. Las causas abarcan el desfase horario por los viajes a través de varias zonas horarias, el trabajo en turnos de tarde o de mañana, o el cambio de turno con frecuencia.
  • Malos hábitos de sueño. Los malos hábitos de sueño incluyen los horarios irregulares de acostarse, las siestas, las actividades estimulantes antes de acostarse, un entorno de sueño incómodo y el uso de la cama para trabajar, comer o mirar televisión. El uso de computadoras, televisores, videojuegos, teléfonos inteligentes u otras pantallas antes de acostarse pueden afectar el ciclo del sueño.
  • Alimentación en exceso en la noche. Está bien ingerir un tentempié liviano antes de acostarse, pero comer en exceso puede causarte molestias físicas cuando estás acostado. Muchas personas también tienen acidez estomacal, el flujo retrógrado de ácido y comida que va desde el estómago hasta el esófago después de comer, lo que puede mantenerte despierto.

Además, el insomnio crónico puede estar asociado con enfermedades o con el uso de determinados fármacos. El tratamiento de la enfermedad puede ayudar a mejorar el sueño, pero el insomnio puede persistir después de la mejoría de dicha enfermedad.

Del insomnio transitorio al insomnio crónico

El insomnio crónico no aparece de la noche a la mañana. Casi siempre está precedido por un insomnio transitorio, y frecuentemente es el resultado de acontecimientos vitales estresantes, pero que no mejora ni cuando se han eliminado los estresores. Puede evolucionar de manera gradual, de modo que estemos cada vez más preocupados por la dificultad para dormir y su supuesto impacto sobre el funcionamiento diario.

La valoración que hacemos de la dificultad inicial para dormir es un factor determinante para que el insomnio sea un problema transitorio o un trastorno crónico. Así, por ejemplo, la persona que duerme mal durante varias noches, pero continúa su rutina diaria sin preocuparse por ello, es poco probable que desarrolle un insomnio persistente. Contrariamente, una persona que después de algunas noches de sueño alterado empiece a preocuparse excesivamente por no poder dormir y por sus consecuencias negativas en el funcionamiento diurno, tiene probabilidades de entrar en un círculo vicioso de insomnio, activación emocional y cognitiva, y más alteraciones del sueño. Tener excesivos pensamientos reiterativos sobre el insomnio se convierte rápidamente en el centro de las preocupaciones de la persona. 

La importancia de dormir bien

Dormir es una necesidad básica de todo ser vivo a la que dedicamos aproximadamente un tercio de nuestra vida. Es una necesidad fisiológica esencial para restaurar las funciones mentales y fisiológicas del organismo, y que nos permite tener un grado satisfactorio de vigilancia y atención durante el día.

En cuanto al número de horas necesarias, aunque cada persona es diferente e influyen las características personales (como su estilo de vida), como promedio, un niño puede necesitar unas 10 horas diarias; un adulto, entre 6 y 8 horas y a una persona de la tercera edad puede serle suficiente con 5 o 6 horas.

Pero dormir bien no sólo significa dormir la cantidad de horas necesarias sino, y sobre todo, que el sueño sea de calidad. El efecto reconstituyente del sueño no depende tanto de su duración, sino de su calidad.

Las consecuencias del insomnio

Cuando alguien no puede dormir bien, siente como empeora de forma notable su calidad de vida. Nos sentimos mal, tenemos dificultades en el trabajo, afecta de forma negativa a nuestras relaciones personales… es decir, toda nuestra vida, en cualquier ámbito, se ve afectada.

A medio y largo plazo, cuando una persona duerme mal, puede sufrir una o varias de las siguientes consecuencias:

  • Mayor dificultad en su capacidad de pensar.
  • Cambios sensoriales, como reducción del campo visual e ilusiones visuales.
  • El habla se vuelve lenta y con poca entonación.
  • Falta de concentración, problemas de memoria.
  • Puede volverse más irascible o irritable.
  • Accidentes en el trabajo, domésticos, de tráfico…
  • Somnolencia diurna.
  • Mayor cansancio.
  • Ojeras.
  • Desorientación.
  • Algunos desórdenes psiquiátricos: depresión, ansiedad y abuso de alcohol.

La hipnosis en el tratamiento del insomnio

La terapia con hipnosis va orientada a restaurar los mecanismos naturales que se han deteriorado, y poder activar las condiciones que hacen que uno pueda dormir de manera automática.

Se analizan las condiciones fisiológicas y físicas adecuadas y se establecen técnicas estratégicas personalizadas para favorecer la consecución del sueño.

La hipnosis nos permite trabajar a nivel subconsciente, de forma que la mente vaya recibiendo las instrucciones adecuadas que permitan restablecer los patrones de sueño saludables y un sueño intenso y reparador.

Los objetivos son:

  • Generar la desactivación mental y física necesaria para que tu cerebro alcance el estado de sueño.
  • Restablecer el mecanismo automático natural mediante el cual tu organismo alcanza el estado fisiológico adecuado para que se produzca el sueño.
  • Controlar los estímulos internos y externos de forma que estos se asocien con el descanso, y no con  el insomnio.
  • Obtener herramientas eficaces para favorecer el sueño, consiguiendo un descanso profundo y reparador.
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