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Tabaco radiactivo. El componente tóxico que las tabacaleras quisieron ocultar

El tabaco mata hasta a la mitad de las personas que lo consumen. Cada año, más de 8 millones de personas fallecen a causa del tabaco. Más de 7 millones de estas defunciones se deben al consumo directo y alrededor de 1,2 millones son consecuencia de la exposición de no fumadores al humo ajeno. Se estima que el consumo de tabaco (y la exposición indirecta al humo) matan a más personas cada año que el alcohol, los accidentes automovilísticos, el suicidio, el SIDA, el homicidio y las drogas ilegales. La mayoría de la gente sabe que el humo del cigarrillo y el tabaco contienen muchas sustancias tóxicas, sin embargo, pocas personas saben que el tabaco también contiene elementos radiactivos sumamente peligrosos.

Una cajetilla diaria equivale a 200 radiografías de tórax  al año

Se calcula que un fumador de una cajetilla diaria recibe una radiación equivalente a unas 200 radiografías de tórax al año. Según Robert N. Proctor, profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad de Stanford, ‘el tabaco es la causa principal de exposición radiactiva en los seres humanos

Aunque escasamente conocido por el gran público gracias a los esfuerzos de la industria tabaquera, los cigarrillos incluyen elementos radiactivos, como el Plomo 210 (Pb210) o el Po210, que contribuyen al desarrollo de cáncer de pulmón.

Fueron Edward P. Radford y Vilma R. Hunt los que por vez primera describieron en 1964, en Science, el hallazgo de Po210, emisor de partículas alfa (un tipo de radiación ionizante), en los cigarrillos. Pero las compañías tabacaleras sabían desde mucho antes que los cigarrillos contenían esta sustancia radiactiva, que es cancerígena, pero lo ocultaron sobre ante la opinión pública durante más de cuatro décadas, según un estudio de documentos históricos que lo revelan.

Esta radiación causa anualmente en torno al 13% de las muertes por cáncer de pulmón entre los fumadores habituales, según la propia industria, los autores de este estudio y los datos de la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense. Además, dado que un 50% del humo se libera al entorno, los fumadores pasivos también están expuestos a esa radiación.

El polonio-210 es el único componente del humo de los cigarros que ha producido cáncer por sí mismo en animales de laboratorio por inhalación. Los tumores aparecen con un nivel de polonio 210 cinco veces más bajo que la dosis de una persona que fuma mucho. 

El polonio-210 contenido en los fertilizantes fosfatados es absorbido por las raíces de la planta del tabaco y almacenado en sus tejidos. Esto deja un depósito de polonio radioactivo y plomo en las hojas. Luego, el intenso calor localizado en el extremo ardiente de un cigarrillo volatiliza los metales radioactivos. Hay que destacar que los filtros de los cigarrillos no son efectivos contra los vapores radioactivos, y se estima que un 13% de muertes por cancer de pulmón son provocadas por estos componentes.

Las tabacaleras ocultaron la existencia de elementos radiactivos en el cigarrillo

Una revisión publicada en Nicotine & Tobacco Research asegura que empresas como Phillip Morris (PM) —fabricante de Marlboro, Chesterfield o L&M— o British American Tobacco (BAT) —Lucky Strike o Pall Mall— conocían la presencia de elementos radiactivos desde 1959.

Investigadores de la Universidad de California revisaron numerosos documentos de la industria de los más de 70 millones de folios que fueron desclasificados en 1998 a raíz del Tobacco Master Settlement Agreement, el acuerdo entre cuatro grandes tabaqueras y 46 estados de EEUU, por el que las primeras se comprometían a compensar económicamente los gastos sanitarios derivados del tabaquismo, a cambio de su exención de responsabilidad legal.

De acuerdo con los investigadores, desde 1980 se conocía el lavado ácido que, modificando el pH, elimina el Po210, pero la industria evitó utilizarlo porque disminuye también la capacidad adictiva de la nicotina. Según Robert Proctor, otras cuatro técnicas han estado disponibles y tampoco se han utilizado.

El subdirector de Investigación de la tabaquera R.J. Reynolds, Claude E. Teague, decía en un documento de 1972: «Si aceptamos mansamente las denuncias de nuestros críticos y avanzamos hacia la reducción o eliminación de la nicotina, finalmente liquidarán nuestro negocio. Si tenemos la intención de permanecer en el negocio, la fabricación y venta de formas de dosificación de nicotina, tenemos que defender nuestra posición».

Hrayr Karagueuzian, autor principal del estudio, afirma (en relación a las grandes tabacaleras) que «ellos no sólo sabían de la presencia de polonio, sino también de su potencial de causar cáncer«. Karagueuzian y su equipo replican los cálculos que los científicos de las empresas tabacaleras describen en estos documentos descubriendo que los niveles de radiación en los cigarrillos podrían representar hasta 138 muertes por cada 1.000 fumadores durante un período de 25 años.

Según Armando Peruga, gerente de la Iniciativa Libre de Tabaco de la OMS, este organismo no establece recomendaciones específicas sobre el Po210, aunque recomienda eliminar todas aquellas sustancias ‘tóxicas o adictivas’. Por su parte, el Ministerio de Sanidad remite a la política común de Bruselas.

Como asegura una portavoz del Comisariado de Investigación, Innovación y Ciencia de la UE, ‘en la actualidad, no hay límites para el polonio o uranio en los fertilizantes fosfatados’.

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