Cuando alguien acude a realizar cualquier tipo de terapia en la que se hace uso de la hipnosis es muy frecuente que existan algunas dudas respecto a cómo funciona,en qué consiste, qué se siente, etc. Lo cierto es que a pesar de los malentendidos divulgados por la llamada hipnosis teatral, es decir, la que se realiza en espectáculos, y en la que se hace uso de técnicas hipnóticas mezclándolas con trucos, la hipnosis ha estado presente desde muchas décadas atrás en las Universidades y en muchos hospitales y clínicas de todo el mundo.
Por tanto, vamos a ver en primer lugar cuáles son las diferencias entre la hipnosis clínica (la que tiene finalidad terapéutica), y la hipnosis teatral, o también llamada hipnosis de espectáculo.
HIPNOSIS TEATRAL
Se apagan las luces y el hipnotizador comienza la función con la clásica charla sobre el poder de la mente. Mientras habla ya ha empezado a influir y condicionar al público. A continuación el hipnotizador hará una pequeña prueba con la que comprobará quiénes son más fáciles de sugestionar; el objetivo es localizar, entre su público, de un modo rápido y sutil a aquellas personas más aptas para el juego que se va a representar sobre el escenario.
Desde que surgiera en el siglo XIX, este tipo de hipnosis se ha mostrado continuamente en los escenarios de circos, ferias y todo tipo de espectáculos, atrayendo a las masas con su cara más espectacular: una persona en trance experimenta reacciones como si realmente le sucedieran y después no recuerda nada, u olvida que alguien le dio instrucciones para que actuara de una u otra forma.
Lo primero que debemos tener siempre en cuenta es que la hipnosis no tiene nada de mágico ni esotérico, y su eficacia no depende del «poder» del hipnoterapeuta. Esto es así por una cuestión muy sencilla de explicar; nadie (y aunque no lo creas esto es un hecho irrefutable) entrará en estado hipnótico si realmente no desea hacerlo.
Aún así, puedes dudar, y quizá recordando el espectáculo que viste en alguna ocasión me digas: «el hipnotizador hizo que algunas personas obedecieran cualquier orden, y además parecía que estaban en un cierto estado de trance, o de inconsciencia». Cierto, tú viste eso, pero piensa en una cosa; cuando asistes a un espectáculo de magia sabes de antemano, por mucho que te sorprenda, que el mago no tiene «poderes», y lo que hace es impresionar al público con trucos muy bien ejecutados que nos provocan la ilusión de la magia. El secreto está en que no eres capaz de detectar el truco, y además no te importa. Hay un pacto tácito; quieres disfrutar del show, vas predispuesto/a a ello, y desconoces las técnicas que hacen posible esa ilusión. La hipnosis teatral es esencialmente lo mismo, es decir, la ilusión del control mental.
En realidad, y a pesar de las apariencias, no es posible conseguir que alguien realice un acto en contra de su voluntad, pero a pesar de ello, los «trucos» de los que se valen estos espectáculos han fomentado todo tipo de mitos y misterios infundados alrededor de la hipnosis.
Algunos de estos mitos sobre la hipnosis son:
La hipnosis no pertenece al campo de la ciencia. Quienes la practican suelen ser charlatanes, curanderos u hombres del espectáculo. Las personas que mejoran con ella, son crédulos, ignorantes y «dependientes». Esto es falso porque múltiples personalidades de la psicología la han utilizado y estudiado, valga como ejemplo Wundt, James, Paulov o Eysenck, así como está avalada por diferentes sociedades científicas y se enseña en distintas universidades de EE.UU, Canadá, Australia, Alemania, Gran Bretaña, España…
La hipnosis puede dejar a la persona «enganchada» en un trance, de forma que, al no poder «salir del estado hipnótico», quedaría mermada en su volición o devendría en un demente. La evidencia empírica ha demostrado que esta creencia no es cierta (Hilgard, 1991; Kirsch, 1993; Sarbin & Coe, 1972; Spanos & Barber, 1976), aunque es cierto que algunas personas pueden tener más dificultad que otras para salir del estado de hipnosis, lo que es similar a lo que se encuentra en relación con otras técnicas como la relajación (Lynn, Martin & Frauman, 1996).
La hipnosis puede explicitar o agravar psicopatologías «latentes» de la persona. Incluso puede desarrollar alteraciones psíquicas en los individuos sanos. No existe evidencia empírica que demuestre que la hipnosis provoque efectos colaterales negativos.
La hipnosis provoca un «estado» similar al del sueño, en el que la persona muestra unas características especiales. Si no se alcanzan tales características, la persona no está hipnotizada. En realidad, no tiene porqué ocurrir nada «especial» o «espectacular» en la reacción de una persona hipnotizada. En todo caso, todo esto depende de la propia persona, de sus expectativas y creencias en relación con la hipnosis.
La hipnosis elimina y anula el control voluntario de la persona. Ésta se convierte en un autómata en manos del hipnotizador, por lo que puede cometer actos delictivos, antisociales, inmorales o que le llevan al ridículo social. Si bien es cierto que bajo hipnosis se actúa parcialmente de forma automática, esto no quiere decir que se actúe de manera «descontrolada» o involuntaria. En realidad, la persona no pierde nunca su propia capacidad de decisión.
La hipnosis provoca reacciones inusuales, excepcionales y cuasi mágicas en las personas. Esto es falso. Lo que en realidad ocurre es que las personas pueden experimentar diferentes tipos de reacciones «hipnóticas» –motoras, sensorio-fisiológicas y cognitivo-perceptivas-, aunque de nuevo, si bien estas respuestas se relacionan con el automatismo (involuntariedad percibida), también es cierto que su activación y finalización corresponde a la voluntad de la persona.
La hipnosis es una terapia sumamente útil, rápida y eficaz, que no exige ningún esfuerzo por parte del cliente para cambiar de comportamiento. En primer lugar, la hipnosis no es una terapia, sino una técnica coadyuvante a otras intervenciones potenciando su eficacia, pero esto no quiere decir que la persona no tenga que esforzarse para lograr los cambios esperados o necesarios.
HIPNOSIS CLÍNICA (terapéutica)
Una de las definiciones sobre hipnosis que mayor grado de consenso ha logrado en la literatura científica fue la propuesta por John F. Kihlstrom en 1.985, afirmando que “la hipnosis puede ser definida como una forma de interacción social donde un sujeto responde a las sugestiones administradas por un hipnotizador que provocan cambios en la percepción, la memoria y la acción voluntaria”
Lo cierto es que bajo la experiencia de bastantes años induciendo estados hipnóticos, las experiencias, las sensaciones o la percepción de lo que sucede en este estado particular que llamamos hipnosis pueden variar de manera notable de una persona a otra. Algunas estas sensaciones son comunes y conocidas, pero otras no lo son tanto e incluso pueden parecer curiosas. Las más habituales se refieren a la distorsión temporal, y a las sensaciones corporales inusuales, bien de liviandad o bien de pesadez muy intensa.
En el caso de la distorsión temporal, que suele ser un indicador bastante fiable del estado hipnótico, muchas personas pierden la noción del tiempo y viven la sesión como si hubiera sido mas corta. Se sorprenden cuando miran el reloj y observan que en lugar de 15 minutos pasaron en realidad 30 o 45, ya que en estado hipnótico casi nunca se tiene una noción real del tiempo transcurrido.
En cuanto a las sensaciones musculares, es habitual sentir una relajación absoluta en todo el cuerpo (asociada al estado alpha), pero unida por lo general a sensaciones de liviandad (sensación de «flotar») o de pesadez. Algunas personas experimentan incluso una sensación de dispersión, es decir, como si su cuerpo estuviera fragmentado, desarticulado por completo… y los miembros no estuvieran en su sitio. En ocasiones se tiene la sensación de no saber con exactitud la localización de algún miembro, por ejemplo no estar seguro si la mano esta sobre la pierna o reposando justo al lado.
Algunas personas (pocas en realidad), viven la experiencia en un estado un tanto cataléptico… en lugar de vivir el estado hipnótico como algo relajante y calmado, parecen vivirlo de un modo tenso. Algunos de sus músculos (especialmente los faciales y las manos) adoptan tensiones muy fácilmente observables. Curiosamente una vez salen del la hipnosis, declaran haberlo vivido satisfactoriamente y por lo general no recuerdan sus estados de tensión.
Las sensaciones de tipo ocular son diversas y no tan observables, pues por lo general se induce el estado hipnótico con los ojos cerrados. Por ejemplo, en una primera fase, algunas personas muestran un temblor en los parpados que puede durar algunos segundos, esto es observable fácilmente. Aunque tampoco es observable, la mayoría de personas muestran una notable dilatación de las pupilas a lo largo de una sesión. En ocasiones algunos sujetos abren los ojos espontáneamente durante la sesión, y se quedan con la mirada perdida.., el trance continua pero el sujeto tiene los ojos abiertos, en dichos casos basta con cerrarle de nuevo suavemente los parpados a la par que le impartimos sugestiones de relax y de profundización
También es común, en la mayoría de personas, el aumento en el rendimiento de sus sentidos, su vista mejora, su audición es mucho mas fina…su olfato mucho mas agudo, los ritmos cardiacos y respiratorios descienden, en ocasiones hasta cotas muy bajas, y la respiración en el sujeto se inicia en una zona mas profunda.
En algunos sujetos de piel muy blanca puede aparecer una especie de rubor en las mejillas, que suele mantener se mientras se mantienen en hipnosis.
En grados profundos, algunos individuos cambian de posición por su propio criterio sin orden previa, sin que eso signifique perdida de profundidad en el estado hipnótico.
En definitiva, hay muchísimas manifestaciones y comportamientos durante el trance que varían en intensidad y en frecuencia, según los perfiles emocionales del sujeto, pero en general, y en la mayoría de casos, la hipnosis es una experiencia muy agradable y satisfactoria.